Cook Art, Culture

Picasso & Ferran Adriá: un menú en el museo

Ferran Adrià y la cocina de Picasso

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 Ferran Adrià y su revolución culinaria tienen su propio espacio en la exposición La cocina de Picasso, que repasa la percepción de la comida en la obra del artista. Bodegones y bistrots pasados por el filtro del genio. Para el chef de más actitud creativa, el pintor es uno de sus ídolos. El otro es Johan Cruyff. Un menú a dos manos donde comer es lo de menos.

Cocina de Picasso

Picasso haciendo platos de cerámica

La comida y todo lo que la rodea son una constante en el universo creativo de Picasso. Desde sus inicios, cuando frecuentaba la barcelonina taberna Els Quatre Gats, restaurantes, utensilios y alimentos van apareciendo en sus obras adaptados al estilo de cada época, con su propio simbolismo metafórico. «Si la vida cocina en la gran sala de fiestas con olor de col su olla de esperanzas…»,  dice en uno de sus poemas de 1936. De la expresión de la miseria condensada en L’àpat frugal (mucho arte pero mis hijos pasan hambre, dice en el propio dibujo) al color de la cerámica mediterránea con huevos fritos y butifarra del esplendor optimista de los años 50 hay todo un recorrido de 180 obras que vale la pena explorar.

La cocina de Picasso

Gana (1902)

La cocina de Picasso

Botifarra i ous (1951)

Porque Picasso retrataba la vida y comer es parte de la vida.  Aunque no se sintió cocinero parece que la afición le entró ya de estudiante, gracias a la lectura de Quevedo y Lope de Vega. «La cocina aparece al mismo tiempo que nace Picasso como artista y estará presente en toda su trayectoria», cuenta Claustre Rafart, conservadora del museo Picasso donde se aloja la muestra hasta el 30 de septiembre.  Lo que no pudo interpretar en sus obras de ninguna manera fue una sferificación o una espuma de zanahorias sencillamente porque El Bulli todavía tardaría mucho en llegar.

La cocina de Picasso

Aunque sabemos que en la mesa era hombre de gustos sencillos ( «¿Qué quiere que le diga? A Olga le gustan el té, los pasteles y el caviar. ¿Y a mí? A mí me gusta la butifarra catalana con judías.») aficionado a la dieta mediterránea de verduras, frutas y pescados, no hay duda de que le habría gustado pasarse por Cala Montjoi cuando Adrià y su equipo ponían patas arriba el concepto de cocina tradicional. Sobre todo por la curiosidad de conocer a un chef que revolucionaba los platos con la misma rapidez que él lo hacía con en el mundo de la expresión artística. «Picasso y también Johan Cruyff cambiaron la historia de sus disciplinas», cuenta Adrià, que ha instalado en una sala su visión de la cocina creativa para contarle a Picasso las claves de la revuelta.

Presentación de Cocina de Picasso

Para Ferran al mundo del arte en la época de las vanguardias le hubiera interesado más la cocina, «si cocinar hubiera sido algo más que reproducir, si hubiera habido una cocina creativa». El chef recuerda su viaje creativo en El Bulli como la investigación que realizaron desde sus primeros platos emblemáticos, la menestra de verduras en texturas (1994) y la mousse de humo (1997), hasta el fin de etapa en 2011. La mousse  («un agua ahumada que significó que todo se podía hacer») sería para Adrià como el sumum del arte abstracto, El blanco sobre blanco de Malévich, que representa un cuadrado blanco: «después de él ya no hay nada más».

Ferran Adriá en la presentación de La cocina de Picasso

La menestra, una interpretación de Le Gargouillou de Michel Bras, de la vuelta al plato de toda la vida jugando con sorbete de almendras, puré de tomate, mousse de coliflor,  granizado de melocotón, espuma de remolacha… Una deconstrucción en toda regla que el cocinero compara con lo que fueron Les Demoiselles d’Avignon (1907) para el mundo del arte, el inicio de la época cubista de Picasso, también otra manera de deconstruir la realidad. En esta obra maestra curiosamente también hay un detalle culinario (aparece un bodegón a los pies de las figuras). La pieza, que custodia el Moma como un tesoro, no está en la exposición, pero tampoco se echa de menos porque la constante originalidad de Picasso no permite el aburrimiento.

La cocina de Picasso

El restaurant (1914)

La cocina de Picasso

Cap de dona (1929)

En el recorrido «poético» y gastronómico vemos otras muestras del cubismo como El restaurant (1914), curiosas esculturas realizadas con utensilios de cocina como esta cabeza de mujer,  espacios como la Cafetería en Royan (1940), el lugar donde se refugió un año durante la guerra civil española. Durante esta época y también durante la ocupación alemana (que vive en París) pinta bodegones abundantes que desafían la penuria de la época: «Ves, hasta una cazuela puede gritar, todo puede gritar», comenta el artista.

La cocina de Picasso

Cafetería en Royan (1940)

La cocina de Picasso

Desayuno en la hierba según Manet (1960)

En 1960 Picasso pinta su versión del Desayuno en la hierba de Manet, una obra que ensalza la alegría de comer al aire libe, de manera sencilla. «En esta natura muerta he puesto un ramillete de puerros, ¿no? ¡Pues quiero que en la tela se perciba el olor de puerro!», dice Picasso el 29 de junio del 1945. Pero… ¿a qué huele su obra Toritos fritos? Desde Cannes, en el 1957, el artista dibuja un plato de toritos fritos como si fueran calamares «para que se los coma Currito el día de su santo con un Valdepeñas y un porrón del Priorat».

La cocina de Picasso

Toritos fritos (1957)

Una obra que enlaza a la perfección con el espíritu bulliniano que aparece en todo su esplendor en la última sala. Junto a la imagen de Adrià que realizó el creador de los Simpson, vemos un vídeo sobre Richard Hamilton, el artista que le mostró el camino para relacionar arte y cocina. «Del arte he aprendido la libertad», cuenta Adrià, que considera ya muy superada la polémica sobre si ElBulli era arte, que desató su participación en la Documenta de Kassel. «En aquel momento yo no comprendía ciertas cosas de las que ahora, después de 7 años estudiando, ya puedo hablar», cuenta el chef que sigue inmerso en la investigación y en la exploración gastronómica en su BulliLab, que en un futuro contará con 5.000 metros expositivos, y la Bullifoundation.

Sala de Ferran Adriá en La cocina de Picasso

En los últimos 5 años ha realizado 8 exposiciones. En el conceptual espacio del museo Picasso hay lugar para una representación de los 1846 platos que se hicieron en Cala Montjoi, para utensilios de Elbulli, libros, catálogos y también para dibujos de Ferran: «La técnica de la pintura es fácil, lo difícil es tener el talento de Picasso». «Antes no era una disciplina, no había nivel para poder hablar», dice de la cocina, a la que rechaza museíficar: «Esto sobre todo es un espacio para la reflexión».

La cocina de Picasso

Si a parte de pensar y disfrutar con el intelecto, después de ver la exposición os apetece probar una excelente interpretación de la cocina de Picasso podéis acercaros hasta el hotel The Serras, el lugar donde el artista tuvo su estudio, y probar los platos que Marc Gascons ha creado a partir de la obra y los escritos del pintor. Entre las creaciones únicas, que se podrán disfrutar hasta el 30 de septiembre, destacan el bogavante a la brasa, panceta melosa, parmentier ahumada y ajo asado; y la butifarra de buey hecha en casa a la brasa con asado de setas, cebollitas y bimi o el lenguadito frito con salsa gribiche y mayonesa de kimchi que remite directamente a aquella foto del artista rasurando la espina del lenguado que captó David Douglas Duncan.

Cocina Picasso

Picasso lo había disfrutado y se disponía a inmortalizar la espina con arcilla. La propuesta parte de la cena homenaje a Picasso que el chef realizó el año pasado en el restaurante Informal. El menú está disponible de lunes a domingo, tanto al mediodía como por la noche, a un precio de 49 euros, con maridaje incluido. 

Marijo Jordan en la exposición La cocina de Picasso

 

 

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