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¿Qué hay de nuevo en el Miramar de Paco Pérez?


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Histórico pero sibarita: El Miramar de Llança se renueva inaugurando 5 habitaciones de lujo austero que complementan la oferta gastronómica de primer nivel del restaurante de Paco Pérez

 

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El Miramar de Llançà no es solo el restaurante de dos estrellas Michelin de Paco Pérez. Desde mediados del siglo pasado también ha dado cobijo a los visitantes que se acercan hasta este bello rinconcito del fin del mundo, la tierra tocada por la Tramuntana que acogió el surrealismo de Dalí y también el de Ferran Adrià. El Bulli fue un motor creativo que le indició a Paco el camino de la vanguardia tecnoemocional que transita con voz propia. «Habíamos llegado a tener hasta 45 habitaciones, que fuimos reduciendo hasta 10», recuerda la mujer de Paco y jefa de sala del restaurante, Montse Serra, que conoce bien estas paredes desde la infancia. Ahora la pareja ha decidido dejar solo 5, que han actualizado y dotado del confort que demanda un sibarita hotel boutique. La reforma ha durado meses pero ya terminó. El resultado es tan sencillo como acogedor. Menos es más. «El mayor lujo es poder desayunar cada mañana tranquilamente viendo este paisaje», cuenta Paco abriendo los ventanales que dan a la preciosa y recogida playa del pueblo.

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La idea es que las 5 habitaciones se conviertan en un oasis relajante en el verano y en un refugio de primera línea para todos aquellos que se acerquen al Cap de Creus en pleno invierno. Después de una cena de tres horas, mejor descansar que ponerse al volante.

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El hotel, con el restaurante en la planta baja, está situado en el paseo marítimo de Llançà. Fue en 1939, recién acabada la guerra civil, cuando la familia de Montse lo compró a un barcelónés que había hecho las Américas. «Era un chiringuito de playa, mis abuelos paternos venían en verano y en invierno regresaban a Barcelona», recuerda Montse sentada en el hall del restaurante, que también han reformado en un estilo moderno con aires delos 50. No faltan retratos de épocas pasadas que nos recuerdan la evolución del local que se convirtió en restaurante en los años 40, y la pensión pasó a ser hotel. Montse servía desayunos de pequeña: «¡No soportaba estar aquí mientras mis amigas estaban en la playa!».

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Tampoco debía imaginar que en esos momentos en la misma playa un niño que recogía pechinas por afición acabaría siendo su marido, con el que lleva ya 32 años y tiene dos hijos, Guillem y Zaida que es actriz (la hemos visto en Águila Roja). Paco llegó a Llançà desde Huelva cuando era un bebé, con seis meses, y fue en 1984 cuando llegó al Miramar para trabajar de cocinero. «Era amigo de mi hermano, entró en casa y nunca más se fue!», ríe Montse.  La pareja nunca ha dejado de hacer obras y perfeccionar el establecimiento, que cuenta con habitaciones para estagiers en el piso más alto, tiene huerto propio y un gran ventanal en el restaurant desde el que los comensales ven el horizonte. Siempre se les ve felices juntos, aunque ahora los diversos negocios que han iniciado doblan su trabajo: En Barcelona Paco acaba de sumar a la Enoteca del Hotel Arts,  l’Eggs y a la hamburguesería La Royale, un local de baos (panes de Filipinas y Taiwan) que se llama asimismo, Bao.

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El menú (Con) tinuamos 2016: 30 Momentos

Pero es en el Miramar donde más brillan sus propuestas gastronómicas. El menú que comí este verano estaba dividido en tres áreas, que simbolizan los paisajes del entorno del restaurante: el huerto, el mar y la montaña. En él se cruza el respeto del cocinero por los productos de proximidad pero también el juego que establece con aportaciones de otras culturas, como el buey japonés, las fresas que son ceviche… Género de primera calidad que se divierte en el plato y no siempre es lo que parece. El surrealismo se cuela en Llançà. No os perdáis la gran bandeja de vidrio llena de delicatessen marinas, que parece un trocito del Mediterráneo, el caballito de mar, el calamar pirata y el gran y maravilloso huerto.

 

GALERÍA DE IMÁGENES. Para ver el nombre del plato pulsar vista en miniatura.

 

 

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